martes, 19 de diciembre de 2017

LECTURAS Y COMENTARIO IV DOMINGO ADVIENTO CICLO B - 24 DICIEMBRE 2017

ALEGRATE


ORACION COLECTA

Derrama Señor tu gracia sobre nosotros que por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 2 Sam 7, 1-5. 8b-11. 16.

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al Profeta Natán: Mira: yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.
Natán respondió al rey: Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: Ve y dile a mi siervo David: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?.
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que animales lo aflijan como antes, desde el día que nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre.».

SALMO RESPONSORIAL (88)

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

 Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R.

Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: «Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.». R.

 Él me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.». Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.  R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 16, 25-27.

Hermanos: Al que puede fortalecernos según el evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús —revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe—, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38.

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

COMENTARIO

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. Una página que nos sabemos de memoria. Muchas veces se ha traducido este saludo por una fórmula de respeto admirativo: “Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo”, es algo muy hermoso; es nuestra Ave María. Pero los exegetas, esos especialistas que escudriñan el evangelio, utilizan otras palabras mucho más fuertes para traducir a Lucas: Alégrate, privilegiada, el Señor está contigo. Semejante formula reviste para María, la meditativa, el colorido y el esplendor de los anuncios mesiánicos: Alégrate: esta alegría es Dios. El Señor está contigo: ella conoce las Escrituras, se siente turbada, sabe a dónde van esas palabras que abren a puerta a las grandes misiones. Vas a ser la Madre del Mesías. El ángel multiplicó unas expresiones que, reunidas entre sí, no pueden dejarle ninguna duda: sobre ella recae ciertamente la gran promesa: Darás a luz un hijo, será grande, se llamara hijo del Altísimo, Reinará y su reino no tendrá fin. Para penetrar más en la revelación, Lucas pone en labios de María la cuestión que nos va a proyectar ente todo el misterio:-¡Yo soy Virgen! -Sí, María, y lo seguirás siendo, porque el niño infinitamente santo que nacerá en ti es el Hijo de Dios. El Espíritu Santo, la fuerza del altísimo, producirá en ti ese nacimiento absolutamente único. La cumbre de   esta   página: El que va a nacer es él es el Hijo de Dios. Todo lo que quería decirnos Lucas está aquí. Y añade una palabra para ayudar a nuestra fe: Para Dios no hay nada imposible. Y nos hace escuchar el sí de María que la entrega por completo, un sí tan entero que jamás Dios recibirá otro igual. Pero lo que hay que escuchar sobre todo es el anuncio, la alegría: se nos ha dado el Mesías, el que viene a salvarnos de toda maldad y de toda miseria. ¡Dios mismo va a nacer de una mujer para ser un hombre como nosotros! ¿Llegaremos alguna vez de hacernos idea de esto? San Juan lo formula con toda claridad: El Verbo, que es Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios entre nosotros, Dios con nosotros: el gozo que se le ofrece a María (¡Alégrate!) es el gozo que se nos ofrece cuando comprendemos hasta qué punto, por Jesús, Dios está con nosotros, está para nosotros. Sean cuales fueren las sombras sobre el mundo y sobre nuestra vida, ¿quién podrá arrebatarnos este sol? Los días en que Jesús se hace más fuertemente sol para nosotros son nuestras anunciaciones. Unas veces dulces, otras crueles. ¿Cuál es el ángel que nos despierta? A veces una página del evangelio, o un maravilloso encuentro fraternal. O un sufrimiento que quiebra esperanzas e ilusiones.  De pronto nos sentimos llamados a cosas más difíciles y más altas. Alégrate, el Señor está contigo, vas a dar a luz tu propia vida y vas a engendrar todo un mundo. Con tal que digas sí.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, como de un solo corazón, vaya hacia el Señor nuestra oración por la Iglesia, por el mundo y por nuestra asamblea.

1.- Por la Santa Iglesia de Dios; que el Señor le conceda la total fidelidad a las decisiones del Concilio Vaticano II. Roguemos al Señor.

2.- Por los gobernantes de las naciones; que Dios nuestro Señor oriente sus mentes y sus corazones Hacia la Paz verdadera. Roguemos al Señor.

3.- Por quienes, a causa de enfermedad, trabajo necesario, o mutua separación, no podrán vivir toda la alegría de esta Navidad. Roguemos al Señor.

4.- Por quienes formamos esta familia; para que, en nuestros regalos de Navidad, incluyamos a algunos pobres del Señor, y por nuestra caridad, seamos verdaderos testigos de Cristo.  Roguemos al Señor.

¡Señor Dios, refugio y fuerza nuestra! Escucha la voz de tu Iglesia suplicante; y haz que seamos todos fieles para manifestar tu amor al mundo entero. Por Cristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

El mismo Espíritu, que cubrió con su sombre y fecundo con su poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique Señor, estos dones que hemos colocado sobre tu altar. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, que este pueblo que acaba de recibir la prenda de su salvación, se prepare con tanto mayor fervor a celebrar el misterio del nacimiento de tu Hijo cuanto más se acerca la fiesta de Navidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 25: Is 9, 1-3, 5-6; Sal 95; Tt 2, 11-14; Lc 2, 1-14.
Misa de Medianoche Is 62, 11-12; Sal 96; Tt 3, 4-7; Lc 2, 15-20;
Misa de la Aurora: Is 52, 7-10; Sal 97, Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Misa del Dia: Is 52, 7-10; Sal 97; Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Martes 26: Hch 6, 8-10; 7, 54-60; Sal 30; Mt 10, 17-22.
Miércoles 27:   1Jn 1, 1-4; Sal 96; Jn 20, 2-8.
Jueves 28: 1Jn 1, 5—2, 2; Sal 123; Mt 2, 13-18.
Viernes 29: 1Jn 2, 3-11; Sal 95; Lc 2, 22-35.
Sábado 30: 1Jn 2, 12-17; Sal 95; Lc 2, 36-40.
Domingo 31: Eclo 3, 2-6. 12-14; Sal 127; Col 3, 12-21; Lc 2, 22-40.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1, 26-38

1. M/VIRGINIDAD JESÚS ES EL PRIMERO QUE DESCUBRE EL VALOR DE UNA VIRGINIDAD VOLUNTARIA ACEPTADA COMO SIGNO DE UN SERVICIO EFICAZ AL REINO.
vv. 30-33: Estas palabras del ángel se inspiran en otras del AT, especialmente en la profecía de Natán que tenemos en nuestra primera lectura. Confróntese también Is 9. y Dn 14. 7. v. 34: Implícitamente se afirma la ausencia de relaciones conyugales como un hecho, quizás incluso como una resolución conscientemente tomada por María. Ahora bien, en ningún lugar de todo el AT se valora la virginidad consagrada a Dios por encima de la maternidad fecunda. Jesús es el primero que descubre el valor de una virginidad voluntaria aceptada como signo de un servicio eficaz al Reino, por amor al Reino (/Mt/19/20). Por otra parte, en el contexto religioso-cultural de María era deshonroso para una mujer el no tener hijos, lo cual se explica sin más si tenemos en cuenta las promesas que Dios hizo a Abrahán; abstenerse de los hijos equivalía hasta cierto punto a quedar al margen de las bendiciones de Israel. Además, los esponsales con san José parecen indicar que no existía por parte de María una previa consagración de su virginidad.
Desde un punto de vista meramente exegético, la pregunta de la Virgen María debería interpretarse como expresión de su virginidad actual y, consiguientemente, de su perplejidad: las palabras del ángel se refieren a una concepción cuando ella "no conoce varón". El ángel le responde que no es preciso el que haya conocido varón, ya que ella concebirá por obra del Esp. Sto.
La resolución de permanecer virgen debió ser más bien motivada y fundada en el hecho de que Dios había puesto su mano sobre ella, santificándola como un templo para su Hijo. Su virginidad -como la de san José- estuvo especialmente relacionada con la Encarnación. Por supuesto que nadie como María realizó tan perfectamente la esencia de la virginidad cristiana: la entrega indivisa a Dios por una obediencia radical y un amor totalizante. v. 35: Esta expresión bíblica significa lo mismo que "la nube luminosa" y "la gloria de Yahvé" en todo el AT, es decir, la señal de la presencia de Dios que protege a su pueblo (cf. Ex 13. 21-22; 24. 15-18; Is 4. 5-6). La Virgen es ahora como el santuario en el que se manifiesta la "gloria de Yahvé".
v. 38: María está en su lugar, el nuestro: "Aquí", en el mundo, que es el lugar de la obediencia a la Palabra de Dios y de la esperanza de los hombres, el lugar en donde el Verbo se hace carne. María está consciente- mente "aquí", y lo está porque es interrogada por Dios y llamada a su presencia. María está "aquí" para servir, con una actitud activa; aunque toda su actividad, como la nuestra, sea siempre provocada por la acción de Dios y la palabra que la anuncia. La respuesta de María: "Hágase en mí según tu palabra", es la manifestación de la más alta actividad del hombre, que es la acogida de Dios por la fe. Por eso lo que nazca de ella nacerá de Dios, no de la carne y de la sangre y por obra de varón, será el Hijo del Altísimo.
Eucaristía 1972/05



2. GABRIEL-ARCANGEL ESPECIALISTA DE LA MEDIDA DE LAS 70 SEMANAS. M/ESPOSA. DIOS BUSCA DESDE HACE TIEMPO -REPUDIADA ISRAEL- UNA ESPOSA QUE LE SEA FIEL. 
La forma peculiar de este pasaje, especie de midrash, en el que cada palabra y cada expresión están llenas de sentido y cargadas de evocación, obliga a proceder a un comentario, versículo por versículo, con el fin de precisar los ejes principales. Este evangelio, que aparece repetidamente en el año litúrgico, bien merece un comentario más amplio.
a) El marco y el contexto histórico (vv. 26-27):
La aparición de Gabriel da el tono a la escena de la Anunciación y la sitúa dentro del contexto profético y escatológico. Desde /Dn/08/16 y /Dn/09/21, Gabriel era considerado como el ángel especialista de la medida de las 70/semanas (SEMANAS/70) anunciadas antes del establecimiento del reino definitivo (Dn 9, 24-26).
Efectivamente, conforme al procedimiento midráshico de Lc 1-2, Gabriel aparece primero en Lc 1, 19 en el templo; después, al cabo de seis meses (180 días), a María, Lc 1, 26; nueve meses después (270 días) nace Cristo, y 40 días más tarde hace su entrada en el templo. Pues bien, estas cifras hacen un total de 490 días, es decir, ¡SETENTA SEMANAS! Cada una de esas etapas es señalada, además, con la expresión "Cuando se cumplieron los días..." (Lc 1, 23; 2, 6; 2, 22).
Cristo es, pues, el Mesías previsto en Dn 9, a la vez Mesías humano y también misterioso Hijo del hombre, de origen cuasidivino (Dn 7, 13). Los acontecimientos que anuncian su nacimiento no son más que los preparativos de la entrada de la gloria de Yahvé, personificada en Jesús, en su templo definitivo.
b) Los títulos de María (vv. 27-28):
La escena se desarrolla dentro de una casita de Galilea, esa región despreciada (Jn 1, 46; 7, 41), por oposición a la escena grandiosa de la anunciación del Bautista en el templo (Lc 1, 5-25): ya se dibuja la oposición entre María y Jerusalén, una oposición que se perfila desde el momento de la salutación del ángel. Este toma, en efecto, su saludo de So 3, 16 y Za 9, 9, que dirigían a Jerusalén una salutación mesiánica destinada a anunciarle la próxima venida del Señor "en su seno" (sentido literal de la fórmula de So 3, 16). El ángel traslada, pues, a la Virgen los privilegios atribuidos hasta entonces a Jerusalén.
Además, la influencia de Sofonías se siente a lo largo de todo el relato de la Anunciación (Lc 1, 28 y So 3, 15; Lc 1, 30 y So 3, 16; Lc 1, 28 y So 3, 14).
La expresión "llena de gracia" ha recibido de la teología posterior una explicación que no estaba probablemente implícita en el pensamiento de S. Lucas. En la pluma de Lc significa que la Virgen es "graciosa" como en el vocabulario de los esponsales. Al estilo de Ruth ante Booz (Rt 2, 2; 10, 13), Ester ante Asuero (Est 2, 9; 15, 17; 5, 2. 8; 7, 3; 8, 5), toda mujer ante los ojos de su esposo (Pr 5, 19; 7, 5; 18, 22; Ct 8, 10). Este contexto matrimonial está, pues, cargado de evocaciones: Dios busca desde hace tiempo una ESPOSA que le sea fiel. Ha repudiado a Israel, la esposa anterior (Os 1-3), pero está dispuesto a "prometerse" de nuevo. Interpelada con una expresión frecuente en las relaciones entre esposos, María comprende que Dios va a realizar con ella el misterio de los esponsales prometidos por el A.T. Este misterio alcanzará incluso un realismo inaudito, merced a que las dos naturalezas -divina y humana- se unirán en la persona del Hijo de María con un lazo mucho más fuerte que el de los cuerpos y las almas en el abrazo conyugal.
El evangelio del día añade a estas palabras un miembro de frase que figura únicamente en la Vulgata: "Bendita Tú eres". Esta palabra es atribuida, efectivamente, a Isabel, en el momento de la Visitación; pero testigos tardíos la han reproducido aquí, sin duda, por influjo de oraciones como el Ave María. Pero la yuxtaposición de esta frase al versículo anterior tiene su importancia en el plano de la mariología. Al hacer este elogio, Isabel se inspiraba en un elogio dirigido antiguamente a Jael, la mujer victoriosa del enemigo (Jc 5, 24-27). Esta mujer había matado al enemigo machacándole la cabeza, como había sido prometido a la descendencia de Eva (Gn 3, 15). Un elogio similar será dirigido más tarde a otra mujer victoriosa: Judit (Jdt 14, 7). Tenemos, pues, derecho a ver en esta aclamación el tema de la mujer victoriosa del mal y del enemigo.
c) Los títulos del Mesías (vv. 31-33):
El primer grupo de títulos atribuidos al Hijo de María evoca las promesas mesiánicas del profeta Natán (2 S 7, 11-16). En este texto antiguo encontramos el vocabulario real que inspira a Lc 1, 32-33. Jesús será "grande" (cf. 2 S 7, 11); será Hijo del Altísimo, título reservado a los grandes personajes (Sal 2, 7; 28/29, 1; 81/82, 6; 88/89, 7) y previsto para el Mesías en 2 S 7, 14. Se sentará sobre el trono de David como quieren también 2 S 7, 16 e Is 9, 6, pero el ángel supera las previsiones de Natán, puesto que ve a Cristo extender su reino a la casa de Jacob (las diez tribus del Norte). Realizará, pues, la unidad de Judá y de Israel (Ez 37, 15-28; Dn 7, 14; Mi 4, 4-47), en espera de poder realizar la de los judíos y de las naciones.
El ángel no exige a la Virgen que imponga a su Hijo el nombre de Emmanuel, previsto en Is 7, 14. No hay nada de extraordinario en ello, puesto que ya de antemano se habían aplicado al Mesías una decena de nombres en los medios del judaísmo; pero ninguna tradición había pensado en "Jesús", que significa "Yahvé, nuestro Salvador". Este nombre recuerda a dos personajes del A.T., los cuales han señalado circunstancias importantes de la salvación en la historia del pueblo: Josué, "salvador" del desierto (Si 46, 1-2), y Josué, sacerdote cuando el "salvamento" de Babilonia (Za 3, 1-10; Ag 2, 1-9). Jesús realizará una salvación mucho más decisiva cuando pase, como cabeza de fila, a través del sufrimiento y de la muerte para lograr la salvación de toda la humanidad.
d) Las circunstancias de la concepción (vv. 34-38):
El ángel predice la concepción del niño en términos tomados del Ex 40, 35, en donde la aparición de la nube manifiesta la presencia de Dios. El niño que va a nacer será el fruto de una intervención muy especial de Dios; pertenecerá a ese mundo divino y celestial que la nube simboliza generalmente (v. 35).
Esta intervención divina supone, sin embargo, una colaboración libre (v. 37); pero ésta pretendía, al parecer, permanecer virgen. Las jóvenes podían obtener esta autorización de sus esposos especialmente en el contexto esenio. Sin embargo, parece que la afirmación de María de no conocer en modo alguno varón (siendo así que estaba comprometida con José) debe entenderse a la manera simbólica de todo este "midrash". María representa a Jerusalén, objeto de promesa de fecundidad. No conocer varón, para Jerusalén, es vivir al marasmo de su situación de repudiada, de abandonada, de desamparada (cf Is 60, 15; 62, 1-4). María lleva sobre sí la desolación de la ciudad repudiada, cuando oye que le dicen que serán celebradas nuevas bodas en las que Dios recuperará, en ella, a su antigua prometida. La anunciación realiza el misterio de las bodas de Dios y de su pueblo.
Lucas habla de María y de su virginidad, pero lo hace en el marco preciso de su comunión nupcial con Dios y a fin de poder hablar mejor del fruto de esta comunión: el Mesías.
En cualquier caso, creer en esta virginidad de María en sus bodas espirituales con Dios es afirmar algo sobre JC. La óptica sigue siendo fundamentalmente cristológica.
* * * * *
¿Ha querido san Lucas proponer, utilizando un género literario tan particular, una doctrina de la divinidad de Cristo, o no ha visto en Él más que el cumplimiento de las Escrituras? Epítetos como "grande" o "santo" (Lc 1, 32. 35) son títulos divinos (Tb 13, 4; Sal 47/48, 2; 75/76, 2; 85/86, 10, etc.), sobre todo cuando son utilizados de manera absoluta. Sin embargo, a veces, son atribuidos de manera relativa a personajes humanos (Lc 1, 15, por ejemplo). Por otra parte, la palabra "Salvador" que aparece aplicada a Jesús, pero claramente designada en Lc 2, 11; 1, 47, es un nombre casi exclusivamente divino en el A.T. Nos orienta hacia la trascendencia.
Finalmente, a pesar de su dudosa interpretación, el v. 35 (cf. la repetición del tema en Lc 2, 49) evoca muy discretamente la divinidad de Jesús, pero los iniciados pueden encontrar en esas alusiones veladas el fundamento de su fe. La misma ambigüedad de los temas utilizados por el evangelista obliga a no separar la humanidad y la divinidad de Cristo. Un Mesías que no fuera hombre no podría tomar la humanidad como asociada a la obra de la salvación; un Mesías que no fuera Hijo de Dios no podría enseñarnos la única vía posible de la salvación: el afecto filial al Padre. De todas formas, los dos primeros capítulos del evangelio de san Lucas, como los del primer evangelio, no pertenecen al "kerygma" (predicación, intimación) apostólico fundamental, como los restantes capítulos de los evangelios, que van del bautismo en el Jordán a la resurrección. Quiere decir que esos capítulos interpelan a la fe del cristiano de modo distinto al resto del Evangelio.
Maertens-Frisque, Nueva Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 155 Ss.


3.  - Por su belleza literaria y por la hondura de su teología nuestro texto constituye uno de los pasajes centrales del N.T.
Presuponiendo una lectura detallada de su contenido destacaremos el papel que desempeña cada uno de sus personajes:
1) DIOS es quien actúa desde el fondo. No es la entidad suprema que reside impasible en el plano de su inmutable eternidad sino la fuerza liberadora y exigente que dirige los caminos de la historia de Israel y que ahora actúa de una forma decisiva por María: a) Habla a través del ángel, que es la expresión de su cercanía. b) Actúa creadoramente por medio de su Espíritu. c) Se actualiza en el "Hijo" que nace de María.
2) MARÍA es la expresión de la humanidad que se mantiene abierta ante el misterio de Dios y concretiza la esperanza de Israel y el caminar de aquellos pueblos que buscan su verdad y su futuro.
Pero, al mismo tiempo, María es la realidad del hombre enriquecido por Dios, como lo muestran las palabras del saludo del ángel que proclama: "el Señor está contigo", "has encontrado gracia ante Dios". Desde este punto de vista, María se convierte en la figura del adviento, en signo de la presencia de Dios entre los hombres. Más que Juan Bta., más que todos los profetas, ella es la humanidad que simplemente ama y espera, la humanidad que acepta a Dios, admite su Palabra y se convierte en instrumento de su obra. Así descubrimos que en el límite de su esperanza (hombre abierto a Dios) se encuentra el principio de la fe (la aceptación del Dios presente, tal como se refleja en la respuesta de María: "Hágase en mí según tu palabra").
3) EL ESPÍRITU DE DIOS. Recordemos la existencia de su triple epifanía. a)Desde el A.T. el Espíritu es la fuerza divina que conduce a los hombres hacia Cristo. b)Es el poder de Dios que ha sostenido a Cristo en el camino de su vida. c)Y es la herencia que Jesús nos ha dejado por su pascua, la fuerza del amor que ofrece al mundo como el don supremo de su vida (Pentecostés).
ES/ANUNCIACION: Pues bien, el relato de la anunciación refiere el momento culminante de la primera epifanía del Espíritu: La fuerza de Dios que conduce a los hombres hacia el Cristo se adueña de María y la convierte en madre (origen humano) de ese Cristo.
4) JESÚS proviene de toda la esperanza de los hombres, es el fruto del adviento de la historia, que culmina en la persona de María.
Pero a la vez, Jesús procede de la fuerza transformante de Dios, brota del Espíritu. Por ser un hombre entre los hombres les ayuda (es rey que les ofrece el reino). Por ser presencia de Dios puede ofrecerles la salvación definitiva.
5) LA SALVACIÓN. Todo el relato (con la palabra del ángel, la respuesta de María y la presencia creadora del Espíritu) se ordena hacia una meta muy precisa: la salvación de los hombres.
En términos tomados de la esperanza del A.T., la salvación se identifica con la instauración del reino davídico. Para nosotros, esa plenitud mesiánica se puede reflejar en otros rasgos; pero en el fondo se identificará siempre con el cumplimiento liberador y transformante de la espera de los hombres, significado en el reino de David. Esa plenitud está significada ya en la misma figura de María, que calladamente espera, escucha la palabra de Dios y colabora. El "hágase en mí según tu palabra", convertido en lema de nuestra actividad, puede y debe cambiar toda nuestra historia.
Comentarios a la Biblia Liturgica NT, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1227 Ss.



"Al oír las palabras del ángel se turbó...". Se puso colorada como una rosa de Jericó. Hay pues, una primera reacción de desconcierto. El momento la desborda, al pensar sinceramente que ella no da la talla para el servicio en que se la requiere. Ella no es presidenta de ninguna asociación benéfica o piadosa.
En María, la esclava del Señor, tenemos una verdadera creyente. Al sentirse favorecida del Altísimo, no le responde que la deje pensar más despacio a fin de calcular mejor los riesgos.
María reproduce el gesto de Abraham, padre de los creyentes, cuando deja su patria para irse hacia lo desconocido. La persona de fe se confía en Dios como el bebé en su madre. María-madre es a la vez María-niña, que no pone objeciones. Es la entrega sin buscar recompensa, la servidora a cualquier riesgo. María es humildad sin saberlo ni ensayarlo, que es la forma más perfecta de serlo, asume gozosamente y con naturalidad ser la esclava, la sierva de Dios.
Un siervo fiel y leal de Dios es necesariamente un pobre en el espíritu. Es aquel que, no considerando nada propio, se muestra agradecido por sus dones y cualidades y se entrega a compartir lo que tiene. Un pobre de Dios, según el Evangelio, es aquel que no se enorgullece de sus buenas obras ni presenta a cada instante la ficha de sus méritos. A nadie condena porque a nadie se atreverá a juzgar con arrogancia; no espera una condecoración por parte de los hombres, ni siquiera un premio por parte de Dios, sino que habiendo cumplido como bueno, al final de la jornada se dice a sí mismo, "siervos inútiles somos, no hicimos sino lo que debíamos. /Lc/17/10



5.- La escena de la anunciación, redactada con notables ecos de pasajes del A.T., tiene una gran intensidad teológica y subraya aspectos importantes de la obra salvadora de Dios. María es de Nazaret, un pueblo irrelevante de la región alejada y cosmopolita de Galilea. Allí recibe la llamada. El saludo del ángel hace notar dos cosas: que es Dios quien actúa, y lo hace lleno de magnanimidad ("llena de gracia" se podría traducir: "tú que has sido llenada de gracia"), y que tiene un encargo importante para María ("el Señor está contigo" quiere decir "el Señor está contigo para una determinada misión"). La segunda salutación ("No temas...") viene a reafirmar esta misma idea.
Después viene el mensaje, dicho con términos absolutos, sin posibilidades de réplica: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo...". Realmente, Dios tiene muy claro que quiere realizar su salvación a través de María. Y las características y títulos que se afirman de aquel hijo corroboran este carácter de presencia fuerte y decisiva del Dios que viene a salvar: son todos ellos títulos que en el AT afirman esta presencia salvadora de Dios. La objeción de María ("¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?"), no encaja con el hecho de estar desposada con José. Quizá María imagina una concepción inmediata, y en aquella época por ley tenía que pasar un tiempo entre los esponsales y la vida marital en común. Seguramente es mejor no intentar precisar históricamente la escena. Se trata de subrayar que allí se realiza una obra poderosa de Dios que va más allá de lo que es habitual y normal en la vida humana. Y de hecho, la respuesta del ángel a la objeción utiliza un lenguaje de acción escatológica ("el Espíritu Santo vendrá... la fuerza del Altísimo te cubrirá...") que muestra como, en aquel momento, Dios está iniciando los últimos tiempos: los tiempos de su fuerza y su actuación definitiva en la humanidad. La referencia a Isabel muestra también como esta fuerza de Dios se concreta en la salvación cotidiana, en favor de los débiles.
María cierra la escena con unas palabras que son paradigma de la actitud del creyente: disponerse confiadamente a ser instrumento de la acción de Dios (y eso es la fe que salva, como dirá después Isabel: Lc 1,45).
Josep Lligadas, Misa Dominical 1993/16



6.- Se pone la última piedra de la casa prometida por Dios a David. Se pone la primera piedra del verdadero templo de Dios entre los hombres. El cielo se acerca a la tierra. Y la tierra escogida para levantar este santuario es María, una joven desconocida de Nazaret, un pueblo insignificante.
Esta es una página que divide la historia. Todo rezuma encanto, sencillez, profundidad. Por parte de Dios, el amor más grande, que nos entrega a su Hijo, pero respetando siempre la libertad humana, esperando la respuesta de María para la decisión final. Por parte de María, la fe más grande, docilidad ilimitada, entrega total. Por su palabra se encarnó en su vientre la Palabra. Su afirmación anuló y superó todas las antiguas negaciones.
Ahora las promesas hechas a David se cumplen: "El Señor Dios le dará el trono de David, su padre... y su reino no tendrá fin". Pero todo esto tiene un sentido que David no podía siquiera sospechar.
Caritas, Un amor así de grande, Adviento y Navidad 1990.Págs. 78

7. ACI DIGITAL 2003
27. De la casa de David: Aquí parece referirse más bien a José, que sin duda lo era (cf. Mat. 1, 6 y 16). Pero lo mismo se deduce de María en v. 32 y 3, 23 ss. (Véase allí la nota). La diferencia entre ambos esposos está en que María descendía de David por Natán (línea no real) y José por la línea real de Salomón. Para que se cumpliese el anuncio del v. 32, Jesús debía reunir en El la sangre de David, que recibió de su Madre, y el derecho a la corona, que recibió de su padre adoptivo. Bien lo sabían los judíos, pues de lo contrario los enemigos de Cristo lo habrían acusado de impostor cuando fue aclamado como "Hijo de David" (Mat. 21, 9 - 11). 

28. He aquí la fórmula original del Ave María, que se completa con las palabras de Isabel en el v. 42. El ángel la saludó sin duda en lenguaje arameo (el hebreo de entonces, con influencias de Siria y Caldea) con la fórmula "Shalom lak", o sea literalmente: "Paz sobre ti" (10, 6; Mat. 10, 12 y nota). La fórmula griega "jaíre", usada para ese saludo, significa literalmente "alégrate" y ha sido traducida al latín por la fórmula equivalente de salutación "Ave". Las lenguas modernas han conservado a veces la palabra latina, como hace también el español al designar la oración Ave María, o la han traducido diciendo simplemente: "Yo te saludo", o bien usando expresiones semejantes, por ejemplo: "Salve". La fórmula "Dios te salve", que es sin duda la más hermosa para saludar al común de los mortales, no puede evidentemente ser entendida en forma literal, como si la Virgen aun tuviera que ser salvada. "Llena de gracia" (en griego kejaritomene) es también sin duda la grecización de una expresión aramea que algunos traducen por: "objeto del favor divino", según lo que el ángel agrega en el v. 30. De todas maneras hay una admirable lección de humildad en ese elogio que, sin perjuicio de establecer la más alta santidad en María (habiéndose fundado principalmente en ello el dogma de la Inmaculada Concepción), no alaba en la Virgen ninguna cualidad o virtud como propia de Ella, sino la obra de la divina predilección, como Ella misma lo había de proclamar en el Magnificat (v. 48 s). Bendita tú entre las mujeres: estas palabras faltan aquí en muchos códices. Son las que Isabel dijo a María en el v. 42, donde se completa la primera parte del Ave María. La segunda parte fue añadida posteriormente. 

32 s. Véase 2, 50 y nota; Dan. 7, 14 y 27; Miq. 4, 7; Mat. 1, 18 ss.; Is. 9, 7; 22, 22; etc. 

34. Véase Mat. 1, 19 y nota: "José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto". No habiendo manifestado María a su esposo la aparición del Ángel ni la maravillosa concepción por obra del Espíritu Santo, San José se vio en una situación sin salida, tremenda prueba para su fe. Jurídicamente S. José habría tenido dos soluciones: 1o. acusar a María ante los tribunales, los cuales, según la Ley de Moisés, la habrían condenado a muerte (Lev. 20, 10; Deut. 22, 22 - 24; Juan 8, 2 ss.); 2o. darle un "libelo de repudio", es decir, de divorcio, permitido por la Ley para tal caso. Pero, no dudando ni por un instante de la santidad de María, el santo patriarca se decidió a dejarla secretamente para no infamarla, hasta que intervino el cielo aclarándole el misterio. "¡Y qué admirable silencio el de María! Prefiere sufrir la sospecha y la infamia antes que descubrir el misterio de la gracia realizado en ella. Y si el cielo así probó a dos corazones inocentes y santos como el de José y María, ¿por qué nos quejamos de las pruebas que nos envía la Providencia?". (Mons. Ballester). Es la sinceridad de nuestra fe lo que Dios pone a prueba, según lo enseña San Pedro (I. Pedr. 1, 7).
De derecho María era esposa de San José. Así la sabiduría de Dios lo había dispuesto para guardar la honestidad de la Virgen a los ojos de la gente. De las palabras: "No conozco varón" se deduce que María había hecho voto de guardar la virginidad. En las pocas veces que habla María, su corazón exquisito nos enseña siempre no sólo la más perfecta fidelidad sino también la más plena libertad de espíritu. No pregunta Ella cómo podrá ser esto, sino: cómo será, es decir que desde el primer momento está bien segura de que el anuncio del Mensajero se cumplirá, por asombroso que sea, y de que Ella lo aceptará íntegramente, cualesquiera fuesen las condiciones. Pero no quiere quedarse con una duda de conciencia, por lo cual no vacila en preguntar si su voto será o no un obstáculo al plan de Dios, y no tarda en recibir la respuesta sobre el prodigio portentoso de su Maternidad virginal. La pregunta de María, sin disminuir en nada su docilidad (v. 38), la perfecciona, mostrándonos que nuestra obediencia no ha de ser la de un autómata, sino dada con plena conciencia, es decir, de modo que la voluntad pueda ser movida por el espíritu. De ahí que Cristo se presente como la luz, la cual no quiere que la sigamos ciegamente. Véase Juan 12, 46; I Cor. 12, 2. 

38. La respuesta de María manifiesta, más aún que su incomparable humildad y obediencia, la grandeza de su fe que la hace entregarse enteramente a la acción divina, sin pretender penetrar el misterio ni las consecuencias que para Ella pudiera tener.


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