ESCUCHAR Y VIVIR LA PASIÓN
BENDICION DE LOS RAMOS
Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos y a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándolo con cantos, concédenos entrar en Jerusalén del Cielo, por medio de Él. El que vive y reina por los siglos de los siglos.
EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 28-40
En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: "Vayan a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: "¿Por qué lo desatan?", contéstenle: "El Señor lo necesita". Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: "¿Por qué desatáis el borrico?" Ellos contestaron: "El Señor lo necesita." Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alaba¡ a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: "¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto."
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, tu quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar el género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad, concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50,4-17
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
SALMO RESPONSORIAL (21)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob,
glorifíquenlo; témenle, linaje de Israel. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,6-11
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22,14–23,56
14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;
15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.»
17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
21 «Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!»
23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
25 El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;
26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
27 Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
29 yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»
33 El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
34 Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.»
36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada;
37 porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: "Ha sido contado entre los malhechores." Porque lo mío toca a su fin.»
38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» El les dijo: «Basta.»
39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.
40 Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.»
41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.
44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;
46 y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.»
47 Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso.
48 Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!»
49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»
50 y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.
51 Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y tocando la oreja le curó.
52 Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del Templo y ancianos que habían venido contra él: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos?
53 Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.»
54 Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos.
55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos.
56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.»
57 Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!»
58 Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!»
59 Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.»
60 Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo,
61 y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.»
62 Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
63 Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban;
64 y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»
65 Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.
66 En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hiceron venir a su Sanedrín
67 y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» El respondió: «Si os lo digo, no me creeréis.
68 Si os pregunto, no me responderéis.
69 De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.»
70 Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» El les dijo: «Vosotros lo decís: Yo soy.»
71 Dijeron ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»
1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
2 Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
5 Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
7 Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
8 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
9 Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
11 Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
12 Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
16 Así que le castigaré y le soltaré.»
18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.
28 Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!
31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»
32 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.»
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
43 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
44 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
45 El velo del Santuario se rasgó por medio
46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.
47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo.»
48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.
49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.
50 Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo,
51 que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.
52 Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús
53 y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.
54 Era el día de la Preparación, y apuntaba el sábado.
55 Las mujeres que habían venido con él desde Galilea, fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo,
56 Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.
COMENTARIO
El domingo de ramos, o domingo en la pasión del Señor, abre la semana santa. San Lucas tiene especial interés en situar el desarrollo de los acontecimientos de la Pasión bajo el signo de la misericordia y del amor. Orienta el relato de la pasión hacia el descubrimiento del amor del Padre hacia su Hijo y hacia los hombres.
La cruz es así, para el tercer evangelista, el sacramento de la misericordia divina. En estos días la iglesia, con mayor insistencia que nunca, reclama nuestra atención para que nos fijemos sobre todo en la cruz de Cristo, para que hagamos memoria de su pasión y muerte bajo el poder de Poncio Pilatos. No hace falta subrayar la importancia que la piedad popular confiere a estas celebraciones.
Pero quizás fuera conveniente preguntarnos si nosotros hacemos o no, desde la fe, una lectura correcta del evangelio, si entendemos de verdad la "palabra de la cruz" o si, por el contrario, donde ésta nos dice "amor" escuchamos solamente "dolor". Porque a fuerza de describir e imaginar los sufrimientos de Cristo, de pasearlos en procesión por las calles y plazas, podemos llegar a desfigurar el rostro de Cristo y a dar la imagen de un Dios que se complace en el sacrificio y en la muerte del hombre, o en su propio sacrificio.
Como si Dios fuera el Dolor y no el Amor. En cuyo caso no habría para los que lloran otro consuelo que el de sus lágrimas. Ahora bien, Cristo no amó el dolor sino que amó a los que sufren. No amó la pobreza, sino a los pobres. No amó la muerte, sino la vida. Y el Dios vivo, Dios y Padre de Nuestro Seños Jesucristo, no es un Dios que mortifique a los hombres sino el Dios que resucita a los muertos. La cruz es el símbolo del amor, no la glorificación o divinización del dolor. Es el símbolo de un amor llevado hasta el extremo en un mundo lleno de odio.
Pocas acusaciones tan graves podrían hacerse al cristianismo como la de ser una religión del dolor y del sufrimiento, una religión masoquista. Pues los que aman el dolor por el dolor, no lo desean sólo para sí mismos, sino también para los demás. Sufren y hacen sufrir.
El relato de la pasión y muerte de Jesús no es un drama para llevar a la escena o a la pantalla, no espectáculo para convocar al público en general, y no podemos adoptar ante él una actitud de simples espectadores. Es la revelación del amor, del amor que Dios nos tiene a cada uno y, por tanto, una interpelación.
Contemplar la pasión de Jesús a distancia, admirarla, incluso, adoptar ante ella una actitud estética, es lo mismo que dejarle en la cruz y lavarse las manos como Pilatos.
Ni la admiración, ni el asombro, ni el aplauso de su conducta o de su doctrina, ni el sentimentalismo están aquí en su lugar: el único que está en su lugar es Jesús y los que le siguen, por amor, hasta la muerte.
El evangelio de la pasión y muerte de Jesús no se anuncia para que aumente el número de espectadores del drama de Jesús, sino para que nos hagamos sus discípulos y le sigamos con la cruz a cuestas, para que respondamos al amor de Dios amando a los hombres como a hijos de Dios. Seamos honestos para con Jesús.
PLEGARIA UNIVERSAL
Cristo intercede por todos. Hombres, mujeres, niños, ancianos… Es el mediador entre el cielo y la tierra y reconcilia a todos con nosotros. Por eso nos acercamos a El cagados de necesidades. Y le decimos: Escúchanos, Señor.
1.- Por el Papa Francisco, los obispos y los sacerdotes, para que sepan llevar el evangelio de la cruz a todos los hombres, haciendo que así descubran que la redención nos viene de ti, Crucificado y Resucitado. Escúchanos, Señor.
2.- Por los pueblos que andan en discordias, para que la sangre que Tú derramaste los reconcilie haciendo de todos los hombres una sociedad fraterna. Escúchanos, Señor.
3.- Para que Tú, que eres nuestra paz, destruyas el muro de tantas separaciones entre esposos, de tantas enemistades entre las familias de tantas discordias entre las diversas religiones, y nos concedas a todos la paz que tanto ansiamos. Escúchanos, Señor.
4.- Para que los pobres, los desesperanzados y todos los que con sus sufrimientos participan de tu Cruz y encuentren fuerza en tu Pasión salvadora. Escúchanos, Señor.
5.- Por nosotros aquí reunidos, para que nuestro arrepentimiento y nuestro acercamiento a ti durante esta Cuaresma lleguen a buen término, por tu misericordiosa bondad. Escúchanos, Señor.
Señor tu que te apiadaste de la humanidad hasta dar la vida por nosotros, acude en nuestra ayuda y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Por la Pasión de tu Hijo se propició a tu pueblo, Señor y concédenos por esta celebración que actualiza el único sacrificio de Jesucristo, la misericordia que no merecen nuestros pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Fortalecidos con tan santos misterios, te dirigimos eta suplica, Señor: del mismo modo que la muerte de tu Hijo nos ha hecho esperar lo que nuestra fe nos promete, que su resurrección nos alcance la plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lune 21s: Is. 42, 1-7; Sal 26; Jn. 12, 1-11.
Martes 22: Is. 49, 1-6; Sal 70; Jn. 13, 21-33.36-38.
Miércoles 23: Is. 50, 4-9ª.; Sal 68; Mt. 26, 14-25.
Jueves24: Ex. 12, 1-8.11-14; Sal 115; Jn. 13, 1-15.
Viernes 25: Is. 52, 13-53,12; Sal 30; Hb. 4, 14-16; 5,7-9; Jn. 18, 1—19,42.
Sábado26: Rm. 6, 3-11; Sal 117; - Lc. 24, 1-12.
Domingo27: Hch 10, 34ª.37-43; Col. 3, 1-4; Jn. 20, 1-9.