jueves, 24 de marzo de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO DE RESURRECCIÓN CICLO C - 27 MARZO 2016

EL NACIMIENTO DE NUESTRA FE



ORACION COLECTA

Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu hijo, vencedor de la muerte, concede a los que celebramos la solemnidad de la Resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero.
 Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.».

SALMO RESPONSORIAL (117)

Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo

Den gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré para contar
las hazañas del Señor. R.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-4

Ya que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque han muerto, y su vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también ustedes aparecerán, juntamente con él, en gloria.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20,1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro.
Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

COMENTARIO

Los cuatro evangelistas, empiezan de la misma forma su último capítulo, el de la resurrección: “El primer día de la semana”. En el amanecer de aquel primer día nace la fe pascual, nuestra fe. Al principio fue tan sólo una conmoción en la sombra (“Aún estaba oscuro”, indica Juan, el evangelista preciso y buscador de símbolos); luego una agitación de amor, Juan el “discípulo preferido de Jesús”, se preocupa de subrayar debidamente la presencia de otra preferida, María Magdalena: la fe y el amor están estrechamente ligados entre sí. Al llegar al final de los cuatro evangelios, si hay algo claro para nosotros es precisamente la certeza de que toda nuestra vida se basa en ese binomio fe-amor. María ve la losa quitada, corre a avisar a Pedro y a Juan y les dice algo tan terrible a propósito de Jesús que la idea de muerte se hace aún más pesada: “No sé dónde lo han puesto”. No piensa más que en un cadáver, en un objeto.
Pedro y Juan van corriendo y descubren los primeros signos de “otra cosa”: el sepulcro vacío, el sudario y las vendas cuidadosamente enrolladas.
Pedro sigue todavía perplejo (“asombrado”, dirá Lucas siempre mesurado). Más intuitivo que Pedro, Juan da el inmenso paso de la fe: “Vio y creyó”. El evangelista insiste en este fantástico “creyó” que en adelante va a separar dos mundos, el de antes y el de después de la resurrección: “Hasta entonces no habían entendido lo que dice la Escritura: que tenía que resucitar de la muerte”. Ver, comprender, creer son las palabras-clave del nacimiento de nuestra fe.
El evangelista dice de sí mismo: “Vio y creyó”. Y contará que María dijo: “¡He visto!”. Luego los discípulos “ven” y finalmente Tomás vio y creyó. Pero el resucitado proclama entonces la gran  bienaventuranza: “Dichosos los que creen sin haber visto”. Esa es la oportunidad que  se nos ofrece; un largo río de fe nos vincula a aquella mañana de la resurrección.
La fe no es una meditación sobre Dios, sino un don de Dios que nos abre a lo que los primeros creyentes vieron y comprendieron: el sepulcro vacío,   las   apariciones  de Jesús resucitado, el testimonio de la Escritura.
Un don de Dios, pero una batalla de hombre. Desde el principio, la fe tuvo que desprenderse de la sombra, de las vacilaciones y de la torpeza en comprender. “No sé”, dice María Magdalena: esa es la primera palabra de la mañana de la fe. “No habían comprendido”, suspirará Juan; y Jesús se quejará también de los peregrinos de Emaús: “¿No comprenden? ¡Qué lento son para creer!”.
La mayor parte de nosotros hemos recibido fácilmente la fe y nos hemos quedado en la facilidad pasiva. “Desde luego yo soy cristiano y hasta practicante”. Pero el aire que respiramos es mortal para nuestras creencias y nuestra práctica. Creer en la resurrección  exige un cultivo de la fe. Muchos padres se desalientan por el abandono de sus hijos y preguntan cómo pueden transmitirles mejor la fe. La primera  respuesta es una cuestión: ¿qué fuerza de fe, que inteligencia de la fe tenemos nosotros para transmitírsela a ellos?.
Una reflexión sobre este punto nos infundirá quizás el deseo de conocer mejor la Biblia y de seguir la puesta al día de la fe en las enseñanzas de la iglesia. Esa fe sigue siendo ciertamente la fe de la mañana de pascua, pero no cesa de enriquecerse con las formas de vivirla en culturas diferentes. No basta con cantar (“¡Cristo ha resucitado!”, es preciso advertir todas las consecuencias que esto lleva consigo en el mundo entero y en nuestra  propia vida.

PLEGARIA UNIVERSAL

El sepulcro vacío nos llena de alegría, nuestra Pascua inmolada ha sido semilla de eternidad. A ti Padre, que has resucitado a Cristo, te pedimos: Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

1.- Por el Papa Francisco,  los obispos, los sacerdotes y el pueblo fiel, para que esta luz que hoy nace del sepulcro vacío llene y guie sus corazones.  Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

2.- Por todas las naciones de la tierra, para que acojan la Palabra de Vida, que hoy celebramos resucitado de entre los muertos. Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

3.- Por los enfermos, los pobres, los necesitados, para que encuentren en la Iglesia una mano siempre dispuesta a ayudarles. Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

4.- Por todos los que en este tiempo de Pascua recibirán la primera Comunión, la Confirmación o el Bautismo, para que estos sacramentos les ayuden en su caminar a la luz de Cristo resucitado. Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

5.- Por todos nosotros que hemos contemplado en esta mañana la victoria de nuestro Dios sobre la muerte, para que vivamos siempre guiados por la luz de la Resurrección. Danos la luz y la alegría de la resurrección, Señor.

Padre del Cielo, haz que tu pueblo experimente el gozo de este día durante todo el caminar en eta tierra y así dirija sus pasos hacia ti. Te lo pedimos por tu Hijo, nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Rebosantes de gozo pascual, celebramos, Señor estos sacramentos en los que tan maravillosamente ha renacido y se alimenta tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Protege, Señor, a tu Iglesia con amor paternal, para que renovada por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes: Hch. 2, 14.22-33; Sal 15; Mt. 28, 8-15.
Martes: Hch. 2, 36-41;  Sal 32; Jn. 20, 11-18.
Miércoles: Hch. 3, 1-10; Sal 104; Lc. 24, 13-55.
Jueves: Hch. 3, 11-26; Sal 8; Lc. 24, 35-48.
Viernes: Hch. 4, 1-12; Sal 117; Jn. 21, 1-14.
Sábado: Hch. 4, 13-21; Sal 117; Mc. 16, 9-15.
Domingo: Hech. 5, 12-16; Sal 117; Ap. 1,9-11ª.12-13.17-19; Jn. 20, 19-31.

martes, 15 de marzo de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO DE RAMOS CICLO C - 20 MARZO 2016

ESCUCHAR Y VIVIR LA PASIÓN


BENDICION DE LOS RAMOS

Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición estos ramos y a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándolo con cantos, concédenos entrar en Jerusalén del Cielo, por medio de Él. El que vive y reina por los siglos de los siglos.

EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 28-40

En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: "Vayan a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: "¿Por qué lo desatan?", contéstenle: "El Señor lo necesita". Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: "¿Por qué desatáis el borrico?" Ellos contestaron: "El Señor lo necesita." Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alaba¡ a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: "¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo  y  gloria en lo alto."

ORACION COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, tu quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar el género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad, concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 50,4-17

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

SALMO RESPONSORIAL (21)

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí, hacen visajes,
menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.

Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob,
glorifíquenlo; témenle, linaje de Israel. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,6-11

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22,14–23,56

14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;
15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.»
17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
21 «Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!»
23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
25 El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;
26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
27 Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
29 yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»
33 El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
34 Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.»
36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada;
37 porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: "Ha sido contado entre los malhechores." Porque lo mío toca a su fin.»
38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» El les dijo: «Basta.»
39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.
40 Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.»
41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.
44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;
46 y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.»
47 Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso.
48 Jesús le dijo: «¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!»
49 Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»
50 y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.
51 Pero Jesús dijo: «¡Dejad! ¡Basta ya!» Y tocando la oreja le curó.
52 Dijo Jesús a los sumos sacerdotes, jefes de la guardia del Templo y ancianos que habían venido contra él: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos?
53 Estando yo todos los días en el Templo con vosotros, no me pusisteis las manos encima; pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.»
54 Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos.
55 Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos.
56 Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él.»
57 Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!»
58 Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos.» Pedro dijo: «Hombre, no lo soy!»
59 Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es galileo.»
60 Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo,
61 y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.»
62 Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
63 Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban;
64 y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»
65 Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.
66 En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hiceron venir a su Sanedrín
67 y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» El respondió: «Si os lo digo, no me creeréis.
68 Si os pregunto, no me responderéis.
69 De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.»
70 Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» El les dijo: «Vosotros lo decís: Yo soy.»
71 Dijeron ellos: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»
1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
2 Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
5 Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
7 Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
8 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
9 Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
11 Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
12 Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
16 Así que le castigaré y le soltaré.»
18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.
28 Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!
31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»
32 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.»
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!»
40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.»
42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.»
43 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.»
44 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
45 El velo del Santuario se rasgó por medio
46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró.
47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era justo.»
48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.
49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.
50 Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo,
51 que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.
52 Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús
53 y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.
54 Era el día de la Preparación, y apuntaba el sábado.
55 Las mujeres que habían venido con él desde Galilea, fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo,
56 Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto.

COMENTARIO

El domingo de ramos, o domingo en la pasión del Señor, abre la semana santa. San Lucas tiene especial interés en situar el desarrollo de los acontecimientos de la Pasión bajo el signo de la misericordia y del amor. Orienta el relato de la pasión hacia el descubrimiento del amor del Padre hacia su Hijo y hacia los hombres.
La cruz es así, para el tercer evangelista, el sacramento de la misericordia divina. En estos días la iglesia, con mayor insistencia que nunca, reclama nuestra atención para que  nos fijemos sobre todo en la cruz de Cristo, para que hagamos memoria de su pasión y  muerte bajo el poder de Poncio Pilatos. No hace falta subrayar la importancia que la piedad  popular confiere a estas celebraciones.
Pero quizás fuera conveniente  preguntarnos si nosotros hacemos o no, desde la fe, una lectura correcta del evangelio, si  entendemos de verdad la "palabra de la cruz" o si, por el contrario, donde ésta nos dice  "amor" escuchamos solamente "dolor". Porque a fuerza de describir e imaginar los  sufrimientos de Cristo, de pasearlos en procesión por las calles y plazas, podemos llegar a  desfigurar el rostro de Cristo y a dar la imagen de un Dios que se complace en el sacrificio y  en la muerte del hombre, o en su propio sacrificio.
Como si Dios fuera el Dolor y no el Amor. En cuyo caso no habría para los que lloran otro  consuelo que el de sus lágrimas. Ahora bien, Cristo no amó el dolor sino que amó a los que sufren. No amó la pobreza, sino a los pobres. No amó la muerte, sino la vida. Y el Dios vivo, Dios  y Padre de Nuestro Seños Jesucristo, no es un Dios que mortifique a los hombres sino el Dios que  resucita a los muertos. La cruz es el símbolo del amor, no la glorificación o divinización del  dolor. Es el símbolo de un amor llevado hasta el extremo en un mundo lleno de odio. 
Pocas acusaciones tan graves podrían hacerse al cristianismo como la de ser una  religión del dolor y del sufrimiento, una religión masoquista. Pues los que aman el dolor por  el dolor, no lo desean sólo para sí mismos, sino también para los demás. Sufren y hacen  sufrir.
El relato de la pasión y muerte de Jesús no es un drama para llevar a la escena o a la  pantalla, no espectáculo para convocar al público en general, y no podemos adoptar ante él  una actitud de simples espectadores. Es la revelación del amor, del amor que Dios nos  tiene a cada uno y, por tanto, una interpelación.
Contemplar la pasión de Jesús a distancia, admirarla, incluso, adoptar ante ella una  actitud estética, es lo mismo que dejarle en la cruz y lavarse las manos como Pilatos.
Ni la  admiración, ni el asombro, ni el aplauso de su conducta o de su doctrina, ni el  sentimentalismo están aquí en su lugar: el único que está en su lugar es Jesús y los que le  siguen, por amor, hasta la muerte.
El evangelio de la pasión y muerte de Jesús no se anuncia para que aumente el número  de espectadores del drama de Jesús, sino para que nos hagamos sus discípulos y le  sigamos con la cruz a cuestas, para que respondamos al amor de Dios amando a los  hombres como a hijos de Dios. Seamos honestos para con Jesús. 

PLEGARIA UNIVERSAL

Cristo intercede por todos. Hombres, mujeres, niños, ancianos… Es el mediador entre el cielo y la tierra y reconcilia a todos con nosotros. Por eso nos acercamos a El cagados de necesidades. Y le decimos: Escúchanos, Señor.

1.- Por el Papa Francisco, los obispos y los sacerdotes, para que sepan llevar el evangelio de la cruz a todos los hombres, haciendo que así descubran que la redención nos viene de ti, Crucificado y Resucitado. EscúchanosSeñor.

2.- Por los pueblos que andan en discordias, para que la sangre que Tú derramaste los reconcilie haciendo de todos los hombres una sociedad fraterna. EscúchanosSeñor.

3.- Para que Tú, que eres nuestra paz, destruyas el muro de tantas separaciones entre esposos, de tantas enemistades entre las familias de tantas discordias entre las diversas religiones, y nos concedas a todos la paz que tanto ansiamos. EscúchanosSeñor.

4.- Para que los pobres, los desesperanzados y todos los que con sus sufrimientos participan de tu Cruz  y encuentren fuerza en tu Pasión salvadora. EscúchanosSeñor.

5.- Por nosotros aquí reunidos, para que nuestro arrepentimiento y nuestro acercamiento a ti durante esta Cuaresma lleguen a buen término, por tu misericordiosa bondad. EscúchanosSeñor.

Señor tu que te apiadaste de la humanidad hasta dar la vida por nosotros, acude en nuestra ayuda y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Por la Pasión de tu Hijo se propició a tu pueblo, Señor y concédenos por esta celebración que actualiza el único sacrificio  de Jesucristo, la misericordia que no merecen nuestros pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Fortalecidos con tan santos misterios, te dirigimos eta suplica, Señor: del mismo modo que la muerte de tu Hijo nos ha hecho esperar lo que nuestra fe nos promete, que su resurrección nos alcance la plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lune 21s: Is. 42, 1-7; Sal 26; Jn. 12, 1-11.
Martes 22: Is. 49, 1-6; Sal 70; Jn. 13, 21-33.36-38.
Miércoles 23: Is. 50, 4-9ª.; Sal   68;  Mt. 26, 14-25.
Jueves24:  Ex. 12, 1-8.11-14; Sal 115; Jn. 13, 1-15.
Viernes 25: Is. 52, 13-53,12; Sal 30; Hb. 4, 14-16; 5,7-9; Jn. 18, 1—19,42.
Sábado26: Rm.   6, 3-11;   Sal 117; - Lc. 24, 1-12.

Domingo27:  Hch 10, 34ª.37-43;  Col. 3, 1-4; Jn. 20, 1-9.

jueves, 10 de marzo de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO V DOMINGO DE CUARESMA CICLO C - 13 MARZO 2016

¿TIRAR LA PRIMERA PIEDRA?
  


ORACION COLECTA

Te rogamos, Señor Dios nuestro que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 43,16-21

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan?. Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.

SALMO RESPONSORIAL (125)

El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb. 
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3,8-14

Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 8,1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.».

PLEGARIA UNIVERSAL

Señor, venimos a tu presencia acosados por una u otra acusación que se hace contra nosotros. Esperamos como la adultera, escuchar de tu boca: ¿Nadie te ha condenado?. Yo tampoco. Anda y no peques más”. A cada invocación, respondemos: Que tu misericordia nos salve, Señor.

1.-  Por la Iglesia; para que el comportamiento de Jesús la lleve a vivir su enseñanza con un compromiso de vida autentico. Que tu misericordia nos salve, Señor.

2.-  Por el Papa Francisco, para que el Espíritu Santo lo ilumine y fortalezca en este momento tan especial para la Iglesia, para que con el conjunto de los Obispos atienda por completo las necesidades de la Iglesia. Que tu misericordia nos salve, Señor.

3.-  Por los que se sienten acosados, discriminados, blanco de tantos lanzadores de piedras; para que reconozcan a Jesús como a aquel que siempre dispersas a esa gente despiadada, mostrándoles la grandeza de su corazón.  Que tu misericordia nos salve, Señor.

4.-  Por todos los que sufren cualquier tipo de adversidad,  para que encuentren en su camino no a personas siempre listas a lanzarles piedras, sino a personas generosas y valientes, siempre dispuestas a ayudarles a superar sus problemas. Que tu misericordia nos salve, Señor.

Señor, aquí nos hemos juntado la miseria y la misericordia, como dice San Agustín, concédenos la gracia de ir remodelando nuestro corazón para ese cambio que esperas de cada uno de nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Escúchanos, Dios todopoderoso tu que nos has iniciado en la fe cristiana y purifícanos por la acción de este sacrificio. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Te pedimos Dios todopoderoso que nos cuentes siempre entre los miembros de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre hemos comulgado. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

Jesús está hablando tranquilamente, como suele hacerlo cuando tiene ante él a un grupo de corazones sencillos que le escuchan en silencio fascinados por su palabra. Los escribas y fariseos rompen esta paz y con unas pocas palabras logran suscitar un huracán: odio a Jesús, desprecio por aquella mujer a la que han sorprendido en adulterio y ni siquiera dirigen la palabra. ¿Acaso vale la pena? La tiran a tierra como si fuera un objeto; sólo les sirve para tender una trampa al joven maestro: ¡que escoja entre la bondad y la ley!. Silencio de Jesús. Se inclina, traza maquinalmente unos rasgos en el suelo, reflexiona, interioriza, obliga a los demás a interiorizar.  Para él, todo tiene importancia; aquella mujer, aquellos hombres, la ley. Respeta la ley, pero no la ve como algo estático que inmovilice los pensamientos y los corazones. No se trata de elegir entre la bondad y la ley; eso es un falso problema. Jesús se pregunta cómo, a partir de la ley, podría cambiar un poco aquellos corazones endurecidos; desea ponerlos en movimiento. Dice una palabra y el silencio cambia. Silencio pesado en el que cada uno se encara consigo mismo. Recuerda la ley: “El testigo debe ser el primero en tirar la piedra”. Pero recuerda además el espíritu de la ley. Está hecha para extirpar el pecado, el del otro... ¡y el nuestro! “¿Quién eres tú, el que quiere luchar contra el pecado? ¿No tienes tú pecados?”. Y se van. La mujer queda libre pero no huye.  Aquel rabino le abre abre un mundo nuevo. Se siente muy lejos de su miedo, del odio de los demás, del conflicto que siempre nace entre ella y los hombres. Nunca había sido así: interior, pacífica, pura, porque adivina muy bien que está ante la pureza infinita. Él es sin pecado. Podría aplastarla o desecharla con desprecio o con disgusto. Inexplicablemente ella se siente amada, como nunca lo había sido, por alguien que la acepta tal como es, pero queriéndola mejor, seguro de que puede ser mejor. Diálogo pudoroso que deja intacto el silencio. Ella comprende que con él hay que escuchar. “No te condeno. Vete, pero no peques más”. Todo está dicho. Ni la ley, ni las conveniencias sociales, ni el miedo pueden hacerla cambiar como aquella voz a la vez tan firme y tan buena. No cabe complicidad con el pecado. “No peques más”. Pero un amor tan grande la crea de nuevo. Podemos mirar a Jesús en este momento para aprender de él a condenar con claridad un pecado sin aplastar al culpable, dándole por el contrario todo tipo de oportunidades, recreándolo. Pero no hemos de ponernos demasiado pronto en el sitio de Jesús. Somos nosotros esa acusada y con frecuencia somos también los acusadores. Dejemos que el silencio de Jesús nos penetre para recibir sus palabras de juez que nos ama: “Tú querías condenar el pecado y ahora estás mirando tu corazón. No te condeno, pero quiero que salgas de ahí. No peque más”, dejarse cambiar, no por la ley o la moral o el miedo, sino por el amor de Jesús.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 14: Dn. 13, 1-9.15-17.19-30.33-62; Sal 22; Jn. 8, 12-20.
Martes 15: Num.  21, 4-9;  Sal  101;  Jn.  8, 21-30.
Miércoles 16: Dn. 3, 14-20.91-92.95; Dn. 3, 52-56; Jn. 8, 31-42.
Jueves17:   Gn.   17, 3-9;  Sal  104;  Jn.  8,  51-59.
Viernes 18: Jr. 20,   10-13;  Sal 17;  Jn.  10, 31-42.
Sábado 19 : Sm. 7, 4-5.12-14.16; Sal 88; Rm. 4, 13.16-18; Mt. 1, 16.18-21.24ª.

Domingo20:  Is. 50, 4-7; Sal 21; Fl. 2, 6-11; Lc. 22, 14-23, 56.

jueves, 3 de marzo de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO IV DOMINGO CUARESMA CICLO C - 6 MARZO 2016

PARÁBOLA DEL PADRE QUE TENÍA DOS HIJOS


 ORACION COLECTA

Señor, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el pueblo cristiano ser apresure, con fe viva y entrega generosa, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Josué 5,9a.10-12

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: «Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.» .
Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas. Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

SALMO RESPONSORIAL (33)

Gusten y vean qué bueno es el Señor

Bendigo al Señor en todo momento,  su alabanza está siempre en mi boca;  mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegrenR.

Proclamen conmigo la grandeza del Señor,  ensalcemos juntos su nombre.  Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansiasR.

Contémplenlo, y quedaran radiantes, mi rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,17-21

El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo los exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.».
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."».

COMENTARIO

Dos situaciones paralelas configuran la introducción del texto. De una parte, los recaudadores y pecadores escuchando a Jesús; de otra, los fariseos y letrados criticando la condescendencia de Jesús. La parábola que sigue es la respuesta de Jesús a la crítica de los fariseos y letrados.
La parábola tipifica en dos hermanos las conductas de los dos grupos de la introducción.
De una parte, el hermano menor: símbolo representativo de los recaudadores y pecadores; de otra, el hermano mayor: símbolo de los fariseos y letrados. La parábola sigue a otras dos en las que se habla de la alegría de Dios por la conversión de los pecadores.
Este ordenamiento de las tres parábolas convierte, a su vez, al padre de la tercera es símbolo representativo de Dios. En su primera parte la parábola reproduce la conducta del hijo menor, desde su marcha de la casa paterna hasta su retorno a ella.
Pieza magistral de realismo y ternura. Ciclo sellado por la alegría festiva del reencuentro y cerrado en lo tocante al hijo menor. En su segunda parte la parábola reproduce la reacción negativa del hijo mayor y los esfuerzos del padre por convencerle a que se sume a la alegría festiva del   reencuentro   con  su  hermano.
Todo en esta segunda parte es tipo de las situaciones de la introducción. La alegría festiva es símbolo de la convivencia amigable de Jesús con los recaudadores y pecadores; la negativa del hijo mayor a tomar parte en la fiesta es símbolo de la crítica de los fariseos y letrados a la condescendencia de Jesús.
Esta parábola debería tener otro título, considerando al Padre que concilia a los dos hijos como: parábola del padre que tenía dos hijos. Hay en esta parábola una radiografía de los pecadores y los “buenos” El problema del texto no son los malos, sino los buenos. La radiografía del bueno la hace el bueno mismo en el v. 29: tantos años que te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya. Hay en esta radiografía una fina ironía por parte del autor. En el original griego el verbo "servir" pertenece al área semántica ser esclavo. Este es precisamente el punto negro del bueno: vivir como esclavo en vez de vivir como hijo. El bueno cumple a la perfección, pero desconoce lo que es estar con el padre. Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Con estas palabras completa el padre lo que le falta a la radiografía del bueno: la filiación, la libertad de hijo, la madurez. A fuerza de cumplir, el bueno se fabrica una coraza que le impide moverse.
Tan férrea y opaca es la coraza que sólo le permite ver el propio ombligo. Fuera de sí, el bueno no ve a nadie, ni siquiera al Padre al que paradójicamente dice servir. Pero el Padre sufre por el hijo esclavo. Un hijo así es una tragedia para sí mismo y para Dios, a la par que una desgracia para la convivencia con los demás, a quienes mira por encima del hombro con desdén y lástima.  Estos buenos son unos repelentes inaguantables. En el texto de hoy la conversión llama explícitamente a la puerta de los buenos.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hoy Dios Padre nuestro, sentimos en nuestro interior el dolor de habernos alejado de Ti, y con la misma humildad y sencillez del hijo prodigo, te presentamos nuestras necesidades. Oremos diciendo: Dios, Padre nuestro, escúchanos.

1.-  Por los que dirigen las naciones, para que sean capaces de compartir entre ellos la responsabilidad de asegurar para todos los pueblo un futuro de paz y desarrollo integral. : Dios, Padre nuestro, escúchanos.

2.- Por los inmigrantes, los refugiados y todos aquellos que viven lejos de su tierra, para que encuentren  siempre una buena acogida en los pueblos de destino. Dios, Padre nuestro, escúchanos.

3.- Por los que viven alejados de ti, para que, imitando al hijo prodigo arrepentido, reconozcan su culpa y vuelvan a ti, Padre misericordioso.  Dios, Padre nuestro, escúchanos.

4.- Por los que nos preparamos ilusión a celebrar  la Pascua, para que aprovechemos este tiempo favorable, mejorando nuestro modo de encontrarnos contigo, nuestro Padre y con nuestros hermanos, todos hijos tuyos.  Dios, Padre nuestro, escúchanos.

Señor, tu pueblo camina siguiendo los pasos que tu marcaste primero. Atiéndenos y concédenos lo que confiados te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Al Ofrecerte, Señor, en la celebración gozosa de este domingo, los dones que nos traen la salvación, te rogamos nos ayudes a celebrar estos santos misterios con fe verdadera y a saber ofrecértelos por la salvación del mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo ilumina nuestro espíritu con la claridad de tu gracia, para que nuestros pensamientos sean dignos de ti, y aprendamos a amarte de todo corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 7: Is. 65, 17-21; Sal 29; Jn. 4, 43-54.
Martes 8: Ez. 47, 1-9.12; Sal 45; Jn. 5, 1-3.5-16.
Miércoles 9: Is. 49, 8-15; Sal 144; Jn. 5, 17-30.
Jueves 9: Ex. 32, 7-14; Sal 105; Jn. 5, 13-47.
Viernes 10: Sab. 2, 1ª.12-22; Sal 33; Jn. 7, 1-2.10.25-30.
Sábado 11: Jr. 11, 18-20; Sal 7; Jn. 7, 40-53.
Domingo 12: Is. 43, 16-21; Sal 125; Jn. 8, 1-11.