JESUCRISTO, HIJO DE DIOS
ORACION COLECTA
Dios nuestro, que te complaces en habitar
en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal
manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado. Por Nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Deuteronomio 18, 15-20
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará
el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en
el Horeb el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del
Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.".
El Señor me respondió:
"Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré
mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las
palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que
tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable
en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.”».
SALMO
RESPONSORIAL (94)
Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No
endurezcan su corazón.».
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca
que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
R.
Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor,
creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que
él guía. R.
Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me
pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 32-35
Hermanos: Quiero que se
ahorren preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor,
buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos
del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.
Lo mismo, la mujer sin
marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a
ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo,
buscando contentar a su marido.
Les digo todo esto para su
bien, no para ponerse una trampa, sino para inducirse a una cosa noble y al
trato con el Señor sin preocupaciones.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 21-28
En aquel
tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaúm, y cuando el sábado
siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina,
porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba
precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso
a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con
nosotros?. Sé quién eres: el Santo de Dios.».
Jesús
lo increpó: «Cállate y sal de él.».
El
espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se
preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto?. Este enseñar con autoridad es nuevo.
Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.». Su fama se extendió en seguida por todas
partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
COMENTARIO
¡Es curioso!
Asisten a un exorcismo muy especial y sin embargo, según Marcos, lo que
impresiona a la gente no es la acción de Jesús, sino su enseñanza. En este
caso, la curación sólo intenta reforzar la autoridad con que Jesús habla.
¡Nadie ha visto nunca nada semejante! El asombro les viene no por este
exorcismo que ha tenido éxito, sino que tiemblan antes un hombre que puede
hablar con una autoridad tan poderosa. Poderosa y hasta extraña, algo totalmente
nuevo. De este modo quedan ligadas fuertemente entre sí tres palabras:
enseñanza, autoridad y novedad: “¿Qué significa? Un nuevo modo de enseñar, con
autoridad”. No se nos dice nada de esta enseñanza porque lo importante para
Marcos es dirigir nuestra atención hacia aquel que enseña: “Pero ¿quién es este
hombre?”. Marcos, nos invita a trabajar conocimiento con Jesús sin decirnos
demasiado pronto: “Es el Hijo de Dios”. Nos pide que tengamos un poco de
paciencia en nuestra aproximación a Jesús si queremos vivir ese momento de luz
en que nos veremos transformados, quemados, enloquecidos y dichosos porque al
fin las palabras gritará su sentido: Jesús es realmente el Hijo de Dios. Los escribas, interpretaban los mandamientos y exponían las verdades de la
Escritura, pero no arriesgaban sentencia u opinión personal si no estaba
avalada por los textos sagrados y las enseñanzas de los maestros más
acreditados. Pero, aquí vemos a, Jesús que habla como quien tiene autoridad,
pues es consciente de que en él y en su mensaje la Ley y los Profetas adquieren
plenitud de sentido. Él es el Hijo a quien el Padre le ha entregado todas las
cosas (Mt 11, 27). Por eso su palabra es poderosa para ordenar a los demonios y
someterlos a su voluntad (v. 27)
Marcos es un sensibilizador,
lento, prudente. Elimina las pistas falsas, hace callar a los que podrían
engañarnos. Sé quién eres, dice el demonio de Cafarnaúm ¡El Santo de Dios!
¡Cállate!, le dice Jesús. Cállate, porque sabes más de lo que yo soy y es
demasiado pronto para decirlo.
La educación
familiar tiene éxito, los catecismos son buenos, las lecturas del evangelio son
fecundas cuando todo esto sensibiliza poco a poco para este descubrimiento un
hombre, Jesús es Dios.
¿Por qué esta
insistencia en este necesario cuerpo a cuerpo con estas seis palabras que lo
dicen todo: “Jesús es el Hijo de Dios”? Las palabras que vamos a escuchar, los
gestos que vamos a contemplar son una enseñanza absolutamente única sobre Dios
y sobre nosotros porque Jesús es el Hijo de Dios.
Lo que enseña
Jesús lleva entonces la marca de una novedad absoluta que no añade nada,
precisamente porque es “otra cosa”, otro mundo de pensamiento y de conducta.
Jesús hace nacer así un mundo nuevo, porque cuando él habla es Dios el que
habla y el que libera en nosotros un ser nuevo. “¡Sal de ese hombre”!.
Ordena Jesús con
una autoridad asombrosa. ¡Que salgan de nosotros esas maneras de pensar que nos
paralizan! Por fin, hay alguien que libra nuestro corazón y nuestra vida.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos,
oremos a Dios que nos permite escuchar su palabra en su Iglesia, y
reconociéndonos parte viva de ella, digamos:
1.- Para
que la Iglesia hable siempre en nombre de Dios y todos puedan acoger con
corazón abierto la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.
2.- Para
que cuantos han consagrado su vida a Dios y al anuncio del evangelio
permanezcan fieles a su vocación siendo testigos creíbles del amor de Dios. Roguemos
al Señor.
3.- Para
que todos los cristianos, guiados por el Espíritu Santo podamos traducir en
actitudes concretas de vida la Palabra de Dios y la anunciemos con autoridad. Roguemos
al Señor.
4.- Para
que Jesús, que vino a darnos la vida abundante de Dios, de la vida eterna a los
que han muerto. Roguemos al Señor.
Oh
Dios, tu palabra siempre es eficaz y salvadora, escucha nuestras suplicas y haz
que ella se grabe en nuestros corazones y transforme nuestras vidas a semejanza
de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Que esta ofrenda nos purifique y renueve, Señor y sea causa de
recompensa eterna para quienes cumplen tu voluntad. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Saciados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, la gracia
de desear siempre este alimento que nos da la vida verdadera. Por Jesucristo
nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE
CADA DÍA
Lunes 29: 2S 15, 13-14.30;
16, 5-13ª; Mc 5, 1-20.
Martes
30:
2S 18, 9-10.14b.24-25ª.30-19,3; Sal 85; Mc 5, 21-43.
Miércoles 31: 2S 24, 2.9-17; Sal 31, Mc 6, 1-6.
Jueves
01:
1R 2, 1-4.10-12; Sal: 1Cro 29, 10-12; Mc 6, 7-13.
Viernes
02:
Mal 3, 1-4 (o bien: Hb 2, 14-18); Sal 23; Lc 2, 22-40.
Sábado
03:
1R 3, 4-13; Sal 118; Mc 6, 30-34.
Domingo
04:
Jb 7, 1-4.6-7; Sal 146; 1Co 9, 16-19.22-23; Mc 1, 29-39.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mc 1, 21-28
Par.: Lc 4, 31-37
1. J/AUTORIDAD. EN ÉL Y EN SU
MENSAJE LA LEY Y LOS PROFETAS ADQUIEREN PLENITUD DE SENTIDO.
Una vez escuchada la lectura de la Escritura, todos tenían derecho
a tomar la palabra, no sólo los escribas. Jesús no es un escriba, un clérigo,
un hombre de estudios (cf. Jn 7, 15; Mc 6, 2). Los escribas, más juristas que
teólogos, interpretaban los mandamientos y exponían las verdades de la
Escritura, pero no arriesgaban sentencia u opinión personal si no estaba avalada
por los textos sagrados y las enseñanzas de los maestros más acreditados. En
cambio, Jesús habla como quien tiene autoridad, porque es consciente de que en
él y en su mensaje la Ley y los Profetas adquieren plenitud de sentido. Él es
el Hijo a quien el Padre le ha entregado todas las cosas (Mt 11, 27). Por eso
su palabra es poderosa para ordenar a los demonios y someterlos a su voluntad
(v. 27), para perdonar los pecados que sólo Dios puede perdonar (2, 10), para
curar enfermos y resucitar a los muertos. Por eso habla con autoridad y dispone
de la Ley: "Habéis oído que se dijo... pero yo os digo" (Mt 5, 21ss;
cf. Mt 7, 29).
Jesús no rechaza el título de "Santo de Dios"; pero
impone silencio al espíritu inmundo porque no ha llegado el momento de manifestarse
públicamente como Mesías y, sobre todo, porque no admite sobre él ninguna
influencia. El nombre de Jesús, lo que él es, sólo deben pronunciarlo aquellos
que reconocen su autoridad y la confiesan en la obediencia de la fe. Según la
concepción religiosa popular, el conocimiento del nombre y su pronunciación
ejercía un dominio mágico sobre la persona que lo llevaba. Esta concepción
subyace en nuestro texto, en el que la autoridad de Jesús se opone abiertamente
al poder de los demonios y los vence.
Eucaristía 1982/07
2. - La gente distinguía perfectamente a Jesús de los
escribas. Estos no hacían más que interpretar la doctrina de los profetas
anteriores. Jesús, por el contrario, se presenta como auténtico profeta,
investido de un poder que le viene de Dios.
J/SATANAS: Aquí también es donde nos encontramos
por primera vez frente al caso de un "endemoniado". ¿Qué postura
adopta Jesús a la creencia popular en los demonios? Las enfermedades mentales,
sobre todo la epilepsia, suscitan en el primitivo un horror más fuerte que
cualquier otra enfermedad: el comportamiento del enfermo mental y del
epiléptico da a entender que en él ha entrado otra persona, o sea que está
"poseído". El autor de esta "posesión" es considerado como
un espíritu del mal.
Y así el horror aumenta, creando un comportamiento de defensa y de
hostilidad que lleva a ver en el enfermo un ser execrable que hay que
"alejar" con golpes y torturas de toda clase.
¿Es necesario admitir la existencia real de estos malignos
espíritus? Está claro que el núcleo fundamental del relato evangélico no es la
existencia o la inexistencia de los espíritus malignos, sino el comportamiento
de Jesús frente a ese hecho, tal como era visto e interpretado por sus
contemporáneos.
El Dios único de las religiones monoteístas, en su absolutez y
trascendencia, no aparece de ninguna manera vinculado a los reales o posibles
seres suprahumanos sometidos a su suprema autoridad. Estos seres podrían no
existir sin que por ello la existencia de Dios único se ponga en cuestión. La
relatividad de estos seres y también su "contingencia" (podrán no
existir) es subrayada en el comportamiento de Jesús frente a los posesos: En
los evangelios sinópticos y en los Hechos de los Apóstoles los demonios son
arrojados con el poder de Dios y no con métodos mágicos, o sea con un exorcismo
dirigido a un espíritu o con el recurso a medios materiales.
J/ENFERMEDAD: J/LIBERADOR:
Jesús posee el poder del reino de Dios: éste lleva consigo no solo el anuncio
de una liberación futura, sino que impulsa al evangelizador a realizar, desde
el principio, obras liberadoras a favor del hombre. El venía a liberar al
hombre del pecado; pero también el mal físico, la enfermedad, pertenece a la
esfera del pecado, o sea de las cosas no queridas por Dios. Dios quiere el
bienestar total del hombre. ¿Cómo podría, pues, un evangelizador contentarse
con el solo anuncio del reino de Dios, sin "realizar" obras de
liberación del hombre? En todo caso, el contenido "religioso" de todo
esto no es la existencia de los demonios, sino la necesidad de luchar, en
nombre del Evangelio, contra todo aquello que oprime, que "posee" al
hombre. Jesús, aun a pesar de su condición divina, no dejaba de ser un hombre
normal; y, como tal, no estaba en posesión de toda la ciencia humana. Y así no
habría que exigirle que superara la "interpretación cultural" que su
generación daba al hecho de que el hombre está "poseído" por algo que
le oprime. Lo que realmente formaba parte intrínseca del mensaje evangélico era
la urgencia de luchar contra todo tipo de "posesión" del hombre,
fuere cual fuere la interpretación cultural que de este hecho vaya dando cada
generación.
Comentarios a la Biblia
Litúrgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1117
3.- "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar
con nosotros?" (Evangelio). Jesús ha venido a liberar al hombre de toda
esclavitud, a retornarlo a sí mismo. Porque es "el Santo de Dios" no
se desentiende de la humanidad cautiva. No sólo predica la Buena Nueva de Dios,
sino que es la Buena Nueva en acción: ha venido a destruir "toda
soberanía, autoridad o poder" (cf /1Co/15/25). Enfermedades físicas,
psíquicas, poderes militares, civiles y religiosos que agobian y dominan a los
hombres; en lugar de servirlos van contra el designio de Dios y acaban vencidos.
Hasta el último enemigo -la Muerte- será destruido. (El domingo próximo
volveremos sobre ello).
"¿Qué es eso?" (Evangelio). La actuación de Jesús no
deja indiferente y la gente se interroga sobre su autoridad (exousia), la
novedad de su doctrina y el dominio sobre los espíritus inmundos y opresores.
Interroguémonos también nosotros:
a) el mensaje que anunciamos (la doctrina): ¿aparecemos como los
anunciadores de la Buena Nueva de Dios, testimonios de su benignidad y
humanidad, que siempre espera y abre rendijas de esperanza, incluso más allá de
toda esperanza, o bien como los representantes de una doctrina humana, como los
guardianes de una moral tradicional, que desconfía de la libertad de los
hombres, de su crecimiento y su expansión, que les constriñe y avasalla?;
b) la autoridad con que lo hacemos: nuestras palabras, ¿se imponen
por sí mismas, con la fuerza y la humanidad de Dios?; como él, ¿hablan al
corazón del hombre y hacen que resplandezca su verdad incluso cuando son duras
y exigentes?;
c) el sentido de toda nuestra acción y toda nuestra vida,
¿empujamos hacia arriba, hacia el crecimiento de la libertad y la plenitud del
hombre, o damos la impresión de poseer una autoridad superior, dominadora, que
se impone, que quiere tener a los hombres y a los pueblos bajo tutela, y aspira
a hacerse un nombre?
J. Totosaus, Misa Dominical
1991/03
4. /Mc/01/21-22.
-Una enseñanza nueva y llena de autoridad
Hemos leído los primeros hechos de Jesús. Se trata seguramente de
un material tradicional, de recuerdos que circulaban por la comunidad. Pero
Marcos no se limita a recoger y a unificar los actos dispersos; nos ofrece
algunas claves para interpretar su profundo sentido y responder al interrogante
central. Por eso conviene que repasemos el texto en busca de esas claves. El
primer elemento que hay que conservar es la reacción de la gente, de esa gente
que ante lo que está viendo se plantea la cuestión: ¿qué significa todo esto?
La gente se da cuenta de que Jesús enseña con autoridad (no como los escribas) y
de que su enseñanza es nueva.
NOVEDAD/NUEVO: "Nuevo" no significa aquí
simplemente algo que nunca se había dicho ni se había oído en otra parte. No se
trata simplemente de una novedad cronológica. ¡Resultan tan monótonas ciertas
novedades cronológicas! Se trata de la novedad escatológica, de la novedad de
Dios, de una novedad cualitativa: algo que te regenera, que te renueva y
rejuvenece. Quizás lo hayas oído ya alguna vez, pero ahora te hace descubrir
que eres viejo y te da nuevas energías y te purifica. Novedad indica
ciertamente "ruptura", discontinuidad con lo que precede, con lo que
dicen los demás, con lo que eres. Pero ruptura no significa algo extraño. La
llamada de Dios es nueva, sorprendente, inesperada; pero después de haberla
oído, la encuentras dentro de ti; era lo que estabas esperando, quizás sin
saberlo siquiera...
Porque hay también una novedad que es extraña y ajena; pero
entonces ¿para qué sirve? Marcos recogerá más tarde este tema de la novedad;
tenemos que fijarnos en él y no perderlo de vista. En el fondo se trata del
mismo motivo cristológico fundamental: Jesús está en continuidad-discontinuidad
con la historia de los hombres.
La enseñanza de los escribas (los teólogos, los biblistas y los
juristas de la época) sacaban su propia autoridad de las Escrituras y de la
tradición de los antiguos, o bien se hacía aceptar remitiendo a la autoridad de
algún maestro célebre; su autoridad no residía en la enseñanza misma.
Pero no era así la palabra de Jesús: era un anuncio que llevaba
consigo su propia fuerza, clara y transparente; un anuncio que te pone frente a
tus contradicciones, con una evidencia que te penetra y te desconcierta. No
remite a otra cosa.
Frente a ella no hay que pensar en pruebas o falta de pruebas. Si
te pones a buscar pruebas, es que no te rindes ante la luz. Si se te ofrece
alguna prueba, ¿de qué serviría? La pondrías en discusión.
Más aún, la enseñanza de Jesús es autoritaria, porque no es
solamente palabra, sino gesto. Es una palabra poderosa que libera y que cura.
Bruno Maggioni, El Relato De
Marcos, Edic. Paulinas/Madrid 1981.Pág. 43 Ss.
5. /Mc/01/23-28.
El evangelio de Marcos no está agrupado por temas como el de
Mateo; va poniendo los episodios uno tras otro, sin ningún orden al parecer.
Pero el desorden en realidad es sólo aparente; un análisis atento
hace descubrir en muchas páginas una lógica muy hábil. Por ahora nos
contentaremos sólo con una observación: esta primera serie de episodios (que
llega hasta 3, 6) tiene como motivo de organización una indicación geográfica:
Cafarnaúm y su lago.
De esta forma, la primera parte (1, 21-34) constituye una
"jornada" de Jesús, una verdadera y auténtica unidad de tiempo y de
lugar. Y se trata de un día de sábado, como se dice al principio y como se deja
comprender al final (la gente espera que se ponga el sol, o sea, el final del
descanso sabático, para llevar los enfermos a Jesús).
Tendremos por tanto que leer esta página de Marcos de un modo al
mismo tiempo analítico y sintético. El análisis es indispensable y cada una de
las unidades necesita su propio estudio, pero este análisis no tiene que
hacernos olvidar la perspectiva de fondo, el interrogante central.
Hemos de advertir además que la verdadera y única finalidad de
Marcos es la de iluminar la figura de Cristo. Nos presenta en esta página la
misión de Jesús en su doble aspecto de palabra y de acción, enseñanzas y obras
de salvación. No le interesa a Marcos todavía decirnos qué era lo que enseñaba
Jesús; le interesa decirnos que Jesús enseñaba y actuaba. Presentándose de esta
manera, Jesús se convierte en un problema para los presentes: ¿quién es éste?
He aquí el interrogante central. Pero dejemos por ahora en suspenso este
interrogante; conviene que antes leamos cada una de las perícopas. -En la
sinagoga de Cafarnaúm
Sabemos que en la Palestina de aquella época había sinagogas o
"Casas de oración" no sólo en los grandes centros, sino incluso en
los pueblos y en las aldeas. Los israelitas acudían allí para la oración y para
la lectura y la explicación de la ley. No sólo los escribas y los ancianos,
sino cualquiera de los participantes podían ser invitados por el presidente a
dirigir la palabra a los demás. Por otra parte, cualquier israelita podía pedir
la palabra para intervenir. Es precisamente en una sinagoga, en la de Cafarnaúm,
donde Jesús toma la palabra para enseñar. Y es también en la sinagoga donde
Jesús libera a un hombre poseído del espíritu inmundo (1, 21-28). No es fácil
para nosotros reconstruir la realidad de lo que sucedió.
En tiempos de Jesús estaba extendida la opinión de que los
demonios estaban en el origen de cualquier enfermedad, especialmente de las
diversas enfermedades mentales, cuyas manifestaciones hacían pensar que el
enfermo no era ya dueño de sí mismo. No es extraño entonces que los evangelios
hablen según la mentalidad de su tiempo y que el mismo Jesús, en su parte, se
haya querido acomodar a ella. No debemos pretender de estas narraciones un
diagnóstico médico ni una declaración especulativa sobre la naturaleza de los
demonios. Reflejan más bien la lectura "teológica" que un hombre de
la época -ante ciertos casos especialmente preocupantes- hacía de los hechos,
llegando a la raíz de la situación, allí donde se descubre la huella del
enemigo de Dios y del destructor del hombre. Es una lectura teológica que nace
de un convencimiento que el evangelio parece imponer: el mal no viene solamente
del hombre; detrás de sus diversas manifestaciones está el enemigo por
excelencia, el destructor de la creación. El hombre bíblico es de la opinión
que las cuentas sobre el mundo y sobre la historia no salen bien si sumamos
solamente las fuerzas de la naturaleza, las del hombre y las de Dios; está
además la fuerza del maligno.
A la luz de estas observaciones preliminares tenemos que leer
nuestro episodio y otros similares. La narración no quiere presentar un caso
curioso y aislado, sino más bien -a través de un caso especialmente claro-
nuestra situación común de hombres caídos, sometidos a las fuerzas del mal e
incapaces de entrar en comunión con Dios.
Todo lo dicho resulta todavía demasiado general. Examinemos más de
cerca la narración de Marcos, señalando algunos detalles que parecen más
significativos. Primer detalle: se trata de un hombre que perturba el servicio
litúrgico; Jesús le manda callar secamente: "¡Cállate y sal de este
hombre!"; el espíritu se ve obligado a obedecer y el hombre, libre del
espíritu agitador, vuelve a su sano juicio. Los exorcismos estaban de moda y la
literatura rabínica habla de ellos con frecuencia. Pero eran exorcismos largos,
extraños y complicados, llenos de fórmulas y de gestos mágicos. Jesús, sin
embargo, no recurre a palabras mágicas ni a ritos misteriosos, sino que se
impone al espíritu impuro simplemente con una orden. De eso es de lo que se
admira la gente.
Segundo detalle: hay una clara diferencia entre el modo como Jesús
considera la enfermedad y cura a un enfermo y el modo como se porta Jesús con
un hombre poseído por el demonio. En nuestro relato (como en todos los
exorcismos del evangelio de Marcos) se respira la atmósfera de una lucha; el
mismo Jesús, más adelante (3, 27), usará la imagen del hombre fuerte atado y
saqueado. El endemoniado se dirige a Jesús en una actitud defensiva (se da
cuenta de que ha llegado el que lo va a derrotar) e intenta, si es posible,
pasar al ataque; pero luego tiene que ceder al más fuerte, aunque sea con la
última manifestación de rabia y de despecho ("hizo revolcarse al hombre en
el suelo, lanzando un grito tremendo, y luego salió"). Nuestro episodio (y
otros parecidos que vendrán luego) son la continuación de la lucha entre el
"fuerte" y el "más fuerte" que había comenzado ya en la
tentación.
Y el último detalle: el diálogo entre Satanás y Jesús es
probablemente un recurso de Marcos. El evangelista se aprovecha del espíritu
maligno para revelarnos quién es Jesús. "Los demonios contemplan lo
invisible y revelan a los lectores de Marcos la trascendencia de la
personalidad de Jesús. A través del Jesús terreno ellos ven la gloria del
Resucitado. ¡Se convierten así en los teólogos de Marcos!" (Cf. LEÓN ·DUFOUR-LEON,
Estudios De Evangelio, Edic. Cristiandad, Madrid 1982); BRUNO MAGGIONI, El
Relato de Marcos, Edic. Paulinas/Madrid 1981.Pág. 39 Ss.